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El perdón en la familia en el contexto cotidiano es la habilidad más importante a desarrollar para mantener en armonía la relación de sus miembros.

El perdón en la familia es un hecho que puede darse en el contexto cotidiano entre dos o más de sus miembros, porque también las heridas y ofensas son comunes en la constante convivencia cotidiana de quienes conforman un núcleo familiar. 

Un exabrupto derivado de una situación estresante, levantar la voz sin intención de lastimar al otro, una riña entre hermanos, un pleito de padres; los celos naturales de un hermano hacia otro, la aparente indiferencia frente a los intereses de los miembros de la familia cuando el padre llega cansado a casa, el hartazgo de la madre ante los quehaceres del hogar que se refleja en su relación con los hijos.

Momentos naturales que se dan en la convivencia cotidiana, a través de los años, entre los miembros de la familia, pero que aún sin que tengan la intención de lastimar pueden causar daños emocionales entre ellos. Pequeñas heridas que, de no sanarse oportunamente, a lo largo del tiempo pueden convertirse en resentimiento y dañar la estabilidad del núcleo familiar.

De ahí que el perdón en la familia deba ser una práctica más que común, un hábito que debemos cultivar y que venga acompañado con la reconciliación asertiva, la escucha activa y la manifestación del amor y la solidaridad. Aunque no siempre puede ser así.

Por supuesto lo ideal en la vida familiar es que el amor que lo sustenta nos llevase a no herir a los otros ni tener que pedir disculpas; pero cada miembro de la familia tiene una personalidad, una experiencia de vida, y perspectiva diferente desde el rol que ocupa; el tiempo de convivencia, la evolución propia de cada uno de sus miembros a través de los años y las circunstancias de la vida diaria nos hacen caer, tarde o temprano, en momentos en los que podemos lastimarnos unos a otros sin pensarlo siquiera.

Es necesario entender que ello no implica la voluntad de hacerlo por parte del otro (al menos no en todos los casos) y que en el diario acontecer habremos de pasar por pequeños momentos, incluso íntimos y silenciosos, en los que tengamos que perdonar.

Por ejemplo, un clásico pleito entre hermanos que se disputan la tableta para jugar o ver una película. Quien la tiene, quien la debería tener… comienzan los gritos, incluso los empujones, las acusaciones con los padres o con el hermano mayor que cuida de ellos, etc. Pueden insultarse, golpearse; y la maravilla de la relación de los miembros de familia es que por la noche se sentarán juntos a la mesa para la cena, contarán sus anécdotas del día y compartirán una barra de chocolate, en el mejor de los casos.  

Si bien el pleito no habrá de trascender a una separación o ruptura entre los hermanos, posiblemente de repetirse este tipo de comportamientos entre ellos y no promover la reconciliación de fondo, queden señas en la vida emocional de cada uno.

Así el perdón que lleve a una conciliación cotidiana entre los miembros de la familia debe ser una constante diaria que todos debemos llevar a cabo unos con otros. 

Por supuesto también hay los grandes pleitos de familia, esos que sí generan rupturas y separaciones de lo más drásticas; pero quizá no llegaríamos a ellos si pudiéramos ir a dormir cada noche conciliando los intereses y motivaciones de cada miembro.

Una regla fundamental de la convivencia familiar es ofrecer una disculpa cuando hemos actuado mal; la regla complementaria es aceptarla. Se trata de hacer un “borrón y cuenta nueva o corte de caja” y esforzarnos por mantener la unidad de una manera sana y alegre, evitando que se acumulen el odio y los deseos de venganza.  

¿Cómo lograr el perdón cotidiano en la familia?

 Podemos tener aquí algunas ideas de cómo fomentar el perdón en la familia: 

  1. Trata de distinguir y explicar qué te disgustó.   
  2. Establece como compromiso que perdonarás para sentirte mejor.    
  3. Entiende que lo que buscas es la paz contigo mismo que se proyectará en el sistema familiar. Cuando una persona pide disculpas con tacto, lo más probable es que se sienta mejor por haber intentado arreglar las cosas   
  4. Ten presente que la molestia que sufres procede del dolor que estás experimentando ahora, no del daño original que la provocó.    
  5. Busca alejarte de la situación para verla con perspectiva y bajo las verdaderas circunstancias. Quizá la madre le gritó al hijo porque éste estaba en riesgo y se alteró demás, no porque lo odie. Ver la circunstancia a lo lejos la clarifica.     
  6. No esperes mucho de los demás, reconoce que hay circunstancias que no pueden cambiarse y que sólo conseguirás la paz y la tranquilidad mediante tu propio esfuerzo.    
  7. No dediques demasiado tiempo a pensar en el daño que sufriste; emplea ese tiempo en la búsqueda de nuevas formas de convivencia mucho más asertivas.    
  8. Si te concentras en tus sentimientos heridos sigues estando bajo el poder de quien los hirió; es preferible buscar el amor y la belleza en lo que te rodea, cobrando poder sobre ti mismo. Evita buscar la venganza.  
  9. Transforma tu historia, permite que deje de ser la narración del daño que te hicieron y se convierta en el relato de quien logró superarlo. 

Lo importante en el perdón en familia es cómo lo vives, qué interpretación el da el ofendido y la intensión de enmendarse y no repetir los hechos por parte de quien lastima, hiere u ofende al otro. La disculpa puede ir acompañada de una promesa de reparar o sustituir lo que se ha roto, o la persona se puede retractar de algo que ha dicho.

Cuando pides perdón a alguien y éste te lo otorga, hay un acuerdo de paz y de reivindicación del amor/afecto familiar y una voluntad de llevar una sana relación entre los miembros de la familia.

Una idea de disculpa puede llevar esta estructura:

Me siento mal por haberte pegado cuando perdí el control. No debí hacerlo y te prometo que no volverá a ocurrir. ¡Discúlpame! 

Hay una parte en la que viene el arrepentimiento y la contrición, y otra el propósito declarado de no volver a cometer aquello por lo que se pide disculpas.  

Si los conflictos en tu familia son recurrentes y las relaciones entre sus miembros comienzan a desgastarse y ser cada vez más complicadas, no temas recurrir a un especialista que te oriente. La terapia de familia puede ser de gran ayuda.  Si lo deseas, comunícate conmigo: JORGE DOMÍNGUEZ y te guiaré a tratar el problema.

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Recuerda que los artículos que aquí encuentras son meramente informativos y no sustituyen el tratamiento y consulta con un profesional de la salud emocional. Las decisiones relativas a la salud deben ser tomadas por un profesional, considerando las características únicas del paciente.

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