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¿Cómo reconciliarte con tu feminidad? Una visión de Constelaciones Familiares nos permite abordar los conflictos y padecimientos vinculados con los órganos femeninos a través de una conciliación con el ser mujer y sanar así el rol jugado en el sistema familiar que da lugar a una mejora personal.

Hace un par de semanas escuchaba a una joven mujer que experimentaba cierto padecimiento ginecológico; señalaba que su terapeuta le recomendaba hacer contacto con su feminidad y con las mujeres de su sistema familiar. Al escucharla se me ocurrió que es un buen momento para hablar al respecto de lo importante que es que las mujeres tomen su feminidad y ellos les permita tomar la vida.

Cuando me acepto como mujer haciendo contacto con mi feminidad, descubriendo la sutileza de mi género, mis órganos femeninos mantienen la armonía que los mantiene saludables: Luz Rodríguez. 

A través del tiempo, la lucha por la reivindicación de sus derechos y el distanciamiento que las mujeres han tenido de los roles tradicionales que les sometían y la victimizaban, así como la búsqueda de un empoderamiento individual y colectivo —como género— también las ha llevado a perder la conciencia de su sitio en el sistema familiar.

Desde la mirada sistémica de constelaciones familiares, cada género representa una esencia de la creación y debe cumplir un rol específico; perder ese rol pone en juego los órdenes del amor en la familia y expone al conflicto a todo el sistema, la mujer incluida.

El rol arquetípico femenino es el de la alimentadora, que nutre y da vida. La mujer lleva al hijo en el vientre por su capacidad de dar forma, proteger y establecer una conexión profunda con la siguiente generación. La madre es receptiva y acogedora; es empatía.

Por supuesto, esto no quiere decir que la mujer deba encerrarse en casa a sólo ser madre, sin ejercer ningún otro rol social o búsqueda de su realización en este contexto; pero debe estar constantemente en la conquista de un equilibrio sin perder la conciencia de su ser mujer.

En cambio, los hombres son depositarios de la semilla y les dan fuerza a los hijos, pero también pueden irse (sin que por ello dejen de ser padres) y por diversos motivos. La mujer se queda, en cambio, con lo más importante de esa unión que son los hijos, pues para ello ha sido diseñada, para ser protectora de esas vidas.

Es así —con pareja o no— que la mujer debe asumir que el hogar funciona bien gracias a ella, pues ha sido creada con características para que así sea; entonces deberá dejar de creer que es injusto su rol en el sistema familiar como pilar de su hogar y tomar su feminidad como creadora, con lo que se hará más fuerte y su historia podrá fluir.

Cuando la mujer ocupa su lugar, los otros ven la necesidad de asumir el suyo; pero cuando está en un lugar equivocado los otros sólo se mantiene en un lugar seguro de forma pasiva, generando conflicto, ya sea emocional o físico, como algún tipo de padecimiento ginecológico.

Asimismo, deberán tomar en cuenta que madre es sólo de sus hijos y no de su pareja, porque jugar el rol de la madre de la pareja puede destruir la relación. Al contrario, la mujer debe reconocer el lugar del hombre y honrarlo en su justa medida, aun cuando no siga siendo su pareja, así el orden del amor en la familia se verá salvaguardado y se evitará la enfermedad. Tomar así su papel de pareja primero y luego el de madre, también hace que la pareja sea sana; aquí ella se abre al hombre para luego darse a los hijos: lo que es su papel en el sistema familiar.

¿Y si no tengo o no quiero tener hijos? 

Aunque la visión de Constelaciones Familiares es arquetípica no excluye la idea de que las mujeres actualmente tienden a postergar la maternidad o bien, toman la decisión de no serlo. Eso no implica que renuncien a su feminidad tal cual es. Para ser madre no hace falta tener hijos físicamente, a veces se termina siendo madre de todos los que le rodean, les procura y cuida, porque su naturaleza es ser nutridora y amorosa.

Pero también la mujer tiene proyectos personales y/o profesionales, que debe tomar como sus hijos: nutrirlos, protegerlos y sacarlos adelante; entregarlos luego al mundo como un legado, tal como haría con sus hijos. 

Sanar al sistema familiar 

Lo femenino es receptivo, intuitivo, crea vida, está en contacto con la tierra, con la memoria ancestral, con los ciclos de la vida. Por ello también es de gran relevancia que las mujeres sanen su relación con sus “ancestras, de quienes toman la historia familiar que las enmarca hacia el futuro.

Cada mujer que se sana a sí misma contribuye a sanar a todas las demás que le precedieron y a todas aquellas que vendrán después de ella. Al respecto, la mejor herencia de una madre a sus hijos es haberse sanado como mujer. La madre educa, acoge, el encuentro con la madre nos acerca a la vida, a la prosperidad…

En el momento en que la mujer honra aquello de lo que forma parte pueden sentirse cómoda y se reconcilia con su ser femenino para dar paso hacia su propio universo.  

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