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La compleja y contradictoria relación de madre e hija es así porque, además de establecerse entre seres entrañables con fuertes lazos amorosos y consanguíneos, se relaciona entre mujeres. Sigue leyendo para conocer más al respecto.

Ya en otras ocasiones he escrito en este mismo sitio respecto a la relación de madres e hijos (varones) y la relación de las niñas con sus padres, así como los efectos emocionales de estas relaciones en la vida del adulto. Hoy toca el caso de hablar de esa relación fundamental, contradictoria y compleja que es la relación de madres e hijas.

La relación entre una mujer y su madre, así como las secuelas que ésta deja, están definidas justamente porque ambas son mujeres. Si bien en el trayecto de la infancia tanto niños como niñas reciben de la madre un modelo emocional básico a partir del cual se generan situaciones y habilidades como sano apego, seguridad, calidez y afecto, más adelante la relación tiende a tomar otra perspectiva de acuerdo a si se es mujer o varón.

En el caso del varón, la relación de la madre determina, generalmente, el modelo de relación que el hombre tendrá en la pareja; pero en el caso de la mujer, será el modelo de vida y el modelo emocional primigenio para la mujer adulta, pero también puede haber una rivalidad entre ambas.

Cómo ser mujer, como se ve una mujer y cómo maneja una mujer sus emociones, autoestima y relaciones son los aprendizajes elementales que tendrá una niña a partir de la figura materna.

La madre le enviará mensajes constantes, a veces contradictorios, de cómo ser mujer, mismos que la niña buscará constatar con un comportamiento imitativo de lo que la madre hace. Pero al llegar a la adolescencia, por el contrario, al buscar su propia identidad distanciándose de la madre, buscará confrontar y de ahí los múltiples conflictos entre madre e hija: la hija sólo busca encontrar su propio modo de ver la vida.

Por ejemplo, la niña asumirá que una vestimenta modesta y femenina es adecuada porque lo ve en el modelo de su madre; pero en la adolescencia, buscando separarse lo más posible de la personalidad de su madre para encontrar su propia identidad, se rebela contra la vestimenta “impuesta” por su progenitora y tal vez adopte una vestimenta provocadora, extravagante, etc.  

A su vez la madre con la hija, así como puede suceder en la relación padre e hijo varón, puede caer en la tentación de hacer de su hija una amiga o un reflejo de sí mismas, y con seguridad intentará imponer de forma inconsciente patrones y deseos propios para ser realizados por sus hijas.

TIPOS DE RELACIÓN ENTRE MADRES E HIJAS Y SUS CONSECUENCIAS 

  • Madre sobreprotectora: este tipo de madre vive un miedo constante, por lo que buscará irrumpir en la vida de la hija para protegerla, por supuesto, para que la hija no sufra ningún mal ni sienta temor. “Mamá siempre estará contigo”.

Y ese es el problema, mamá siempre estará inmiscuida en la vida de la hija, se convertirá en una madre asfixiante. Este tipo de madres vive para la maternidad por lo que hará todo por su hija, quizá hasta inutilizarla.

Hija sobreprotegida:  Una hija con una madre sobreprotectora difícilmente saldrá de casa a vivir experiencias fuera del modelo materno, temerá perder el afecto de la madre, porque ésta intentará todo tipo de control en la vida de la hija hasta la manipulación emocional.

Una mujer bajo estas circunstancias es pasiva como una princesa, porque estará esperando a que la gente llegue y le dé lo que necesita, no por comodina sino porque espera a que le aprueben: es buena, obediente, no exige nada. Se amoldará a su pareja y siempre pedirá a su madre la aprobación.

 

  • Madre controladora y dominante: es estricta, pretensiosa, exige a la hija estándares altos. Busca cumplir sus anhelos a través de su hija y por ello intentará hacer de ésta un ser “perfecto” controlando cada movimiento y exigiendo que se hagan las cosas tal como ella considera pertinente para lograr los objetivos. Siempre buscará estar donde esté su hija sin respetar los límites.

Hija controlada: sin su madre no tendrá control de la vida, tendrá miedo de todo; no obstante, si la madre está ausente, en la cabeza de la hija continuará esa “vocecita” que le dicta qué hacer. Tarde o temprano esta hija hablará y se comportará como su madre, porque es más seguro ir por lo conocido que ser ella misma.

Este tipo de hija debe vencer el miedo, no sentir lástima de sí misma ni buscar la aprobación de su madre en todas sus decisiones.

 

  • Madre narcisista y seductora: este tipo de madre es la que más conflictos de rivalidad podrá tener con la hija, pues es una mujer que no ha moldeado una identidad sólida y segura; sus deseos han sido insatisfechos. Lo que buscará es llamar la atención, del padre, de los amigos de la hija, del novio de la hija, etc. Al mismo tiempo estar siempre comparándose con la hija intentando mostrarse superior: más bella, más delgada, más inteligente, más simpática, etc.  Por supuesto esto será altamente destructivo para la hija pues además estará criticándola constantemente.

 Hija patito feo: La hija de una narcisista seductora se verá como “el patito feo” de la familia, frente al “cisne bello” que fue su madre (o le hizo creer). Se sentirá imperfecta, su autoestima estará muy doblegada; será discreta, recatada y moderada para equilibra las exhibiciones (generalmente públicas) de su madre e incluso será poco femenina.

 

  • Madre vampiro o chantajista: Como todo vampiro vivirá “chupando” la savia esencial de la vida de la hija, y con ello haciéndola dependiente cuando comiencen sus intentos de independencia. La madre vampiro buscará generar en la hija culpas por “abandonarla” cuando ella naturalmente intente crecer y hacer su propia historia. Estará siempre enferma, por ejemplo, para vivir dependiendo de los cuidados de la hija, e incluso de la economía de ésta.

Es una madre débil, que deposita sus responsabilidades en la hija; inmadura incapaz de asumir sus deberes como madre y como adulto. Asimismo, magnifica las capacidades de la hija para convertirla en la adulta de la relación.

Hija vampirizada: El sentimiento dominante en la vida de la hija de una madre vampiro es la culpa. Mientras ella busca hacer su vida, la madre estará quejándose de dolencias u otras condiciones que motiven a la hija a no querer “abandonar” a su madre y de hacerlo vivirá con remordimientos. Será una hija/madre, asumirá el rol protector, cuidador, alimentador, etc. En caso de que llegue a tener una pareja, ante ésta se comportará como una madre.

En estos cuatro casos de relaciones entre madre e hija, que son poco positivas para ambas, la autoestima ocupa un papel fundamental. La madre carece de un autoconcepto positivo, su autoestima tal vez nunca se consolido, hay múltiples inseguridades que incluso adquirió de la abuela.

¿Qué hacer si se ha vivido una relación como las anteriores?

  1. Identificar el tipo de relación que cada mujer ha tenido con su madre.
  2. Analizar las emociones que esta relación le causa.
  3. Cómo es su relación con otros respecto a la relación con su madre.
  4. Establecer límites amorosos con la madre, para que esta no vuelva a meterse en la vida de la hija adulta.
  5. Reivindicar la propia vida como correcta y anhelada para la mujer, sin buscar cumplir expectativas de nadie.

MO EVITAR SER UNA MADRE TÓXICA CON TU HIJA

  • Intenta no trasladar a tus hijas el comportamiento que tuvo contigo tu mamá.
  • Asume tu dolor y dificultades para evitar este sufrimiento en la vida de tus hijas.
  • Escucha a tus hijas y comunícate con ellas de manera asertiva.
  • Ayuda a tus hijas a encontrar sus propias respuestas, no le impongas tu visión de la vida.
  • No creas que lo que tu deseas es lo mismo que ellas desearán siempre.
  • Dale espacio y distancia a tus hijas, incluso déjalas equivocarse, aunque permanece a su lado.
  • Aprende a ver a tus hijas de manera íntegra, con defectos y virtudes.

 

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Recuerda que los artículos que aquí encuentras son meramente informativos y no sustituyen el tratamiento y consulta con un profesional de la salud emocional. Las decisiones relativas a la salud deben ser tomadas por un profesional, considerando las características únicas del paciente. 

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