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La relación de padre e hijos es otra de las relaciones por explorar cuando hablamos de la familia; un vínculo que comienza en cuanto el niño nace (a diferencia del lazo entre el hijo/a y la madre, pues desde el seno materno se tejen fuertes vínculos emocionales) y que se consolida a través del contacto y la interacción cotidiana, moldeándose así la figura masculina en el constructo respectivo del niño.

Como en la relación de la madre con la hija, el caso del padre y el hijo da pauta para que el individuo genere un concepto de sí mismo; además de una serie de habilidades sociales y laborales que, por lo general, se trasmiten a través de los momentos de juego entre ambos, cuando hay contacto físico y fuerza corporal (como cuando juegan a las luchas o a pelear), es ahí cuando el niño aprende normas y límites, seguridad y cómo trabaja en equipo.

Asimismo, la figura paterna lleva al niño al conocimiento y conciencia del mundo que le rodea; su ausencia puede provocar inevitablemente alguna carencia y un desequilibrio para el niño.  De igual modo, en la adolescencia será la figura paterna la que ayude al varón a dar lugar a una identidad y personalidad y generará las pautas para que el hombre futuro se desarrolle en sociedad.

Del padre se aprende respeto, honestidad, la virtud del trabajo, paciencia, caridad, lealtad…

Por supuesto que esta figura paterna será experimentada por el hijo de diversas maneras de acuerdo al tipo de padre que se sea.

  1. Padre Autoritario:El padre dicta las reglas, los límites y sirve de referente de su hijo, sin embargo, el exceso de reglas y límites, así como la exigencia en el cumplimiento de éstos puede conducir a una paternidad autoritaria. El padre autoritario impone sus normas sin lugar a objeciones, y en caso de no cumplirse, castiga.

Este tipo de padres dificulta la adecuada comunicación con los hijos, pues consideran que a los hijos no hay que darles explicaciones ni pedirles opinión; lo importante es la obediencia sin importar las necesidades e intereses de los niños. Esta falta de diálogo implica una baja demostración de afecto. Ya que el padre estará más dedicado a “educar y disciplinar” le será complicado expresar ternura o cariño.

Hijos de padres autoritarios. Las consecuencias de una paternidad autoritaria se verán reflejadas en la sumisión y obediencia en el ámbito familiar, pero en una conducta rebelde y agresiva en el ámbito escolar o social donde los padres no están presentes. Los hijos de un padre autoritario suelen tener baja autoestima, sufrir sentimiento de culpa y tendrán pocas habilidades sociales.

  1. Padre Permisivo:en el opuesto al padre autoritario está el permisivo, un grave problema para la crianza del hijo que requiere que sea el padre quien establece los límites. En un caso de paternidad permisiva probablemente habrá contacto afectivo y comunicación, pero las normas no serán claras y se perderá el control. El padre permisivo cederá la autoridad al niño al dejar que los deseos e intereses de su hijo dominen la relación.

Al contrario del autoritarismo, la permisividad no exige esfuerzos del hijo, nulifica la autoridad del padre, y considera que los niños aprenderán por sí mismos y su experiencia en la vida lo que está bien y lo que está mal.

Hijo de padre permisivo: son inmaduros e incapaces de controlar su voluntad e impulso; no tienen autocontrol, no toleran la frustración y son poco persistentes en las tareas encomendadas.

  1. Padre Democrático:suponemos que el padre democrático es una autoridad equilibrada entre el afecto,la norma y el control. Una paternidad de este tipo estimula la madurez y autoconfianza de los hijos, puesto que armonizarán correctamente el ámbito emocional y el de los límites. Además, fomentarán la comunicación, interesándose en los deseos del hijo, negociando, pero también siendo firmes en el momento de aplicar la norma pactada.

La relación entre padres e hijos se caracteriza por el diálogo, el consenso como forma para que los niños comprendan las situaciones.

Hijos de padres democráticos: debido a que se busca el equilibrio entre lo emocional y lo pragmático, los niños de padres democráticos se sienten más confiados consigo mismos, más empáticos con los demás, son más responsables y con mejores valores éticos. Son competentes socialmente hablando.

  1. Padre Indiferente:los padres más tradicionales suelen no implicarse en la crianza de los hijos (ni de la niña ni del niño) y dejan la labor a la figura materna; asimismo son fríos y distantes con sus hijos, al grado de ser insensibles a las necesidades de los niños.

Oscilan entre la permisividad, pues al ser distantes no ponen reglas; y el autoritarismo ya que pretenden poner orden y control a través del castigo sin mediar explicación pues previamente no se había establecido la norma frente al hijo.

Hijos de padres indiferentes: crecen con confusión respecto a los límites ya que no se les definieron con claridad, pero también con baja autoestima por la severidad del castigo que se le pueda aplicar en el otro extremo. Son poco empáticos; ya que no tuvieron cercanía afectiva con la figura paterna son poco sensibles a las emociones de los demás. Los individuos vulnerables con pocas habilidades sociales.

8 cosas que requiere el hijo de su padre

  1. Una imagen paterna
  2. Un héroe digno de imitar
  3. Un educador en valores
  4. Afecto, ternura, amor
  5. Disciplina
  6. Protección y seguridad
  7. Libertad e Independencia
  8. Complicidad

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